Cristo de la PazwEn el Pleno de la Corporación de 24 de octubre de 1964, el alcalde don Tomás de la Hera expuso que, invitado por el escultor don Juan de Ávalos, había visitado su estudio, y que este le mostró una imagen en escayola de Jesús Crucificado, manifestándole que siente el mayor cariño y vinculación con Almendralejo y que ofrecía a la ciudad dicha Imagen. Continuó el Sr. De la Hera manifestando que dicha donación la estimaba como un gran honor para Almendralejo dada la categoría artística de la misma y su significado, así como el prestigio del escultor que la ofrecía. La Corporación, por unanimidad, acordó aceptar el ofrecimiento y facultó al Sr. Alcalde para que gestionara el vaciado de la misma en bronce. También acordó hacer constar el agradecimiento al escultor y que, en principio, a espera de las autorizaciones del Sr. Obispo y Arcipreste, se colocara en el muro de la Iglesia de la Purificación.
El Pleno de 6 de abril de 1965 aceptó el presupuesto del fundidor J. Ángel González de realizar el fundido, a la cera perdida, el cincelado y el patinado de la imagen, por la cantidad de 150.000 pesetas. La imagen del Cristo de Ávalos se inauguró el 30 de agosto de 1965.
En un artículo publicado en la Hoja del Lunes, el corresponsal en Almendralejo, don Juan de Dios Antolín, hacía la sugerencia de que fuera denominado “El Cristo de la Paz”. El alcalde don Tomás de la Hera, recogiendo la sugerencia, hizo esta propuesta al Pleno de la Corporación, el 24 de septiembre de 1965, avalando las palabras de don Juan de Dios Antolín:
Porque parece decirnos a todos con sus brazos abiertos que Él quiere esa paz para nosotros, para esta ciudad. La paz de las almas y la paz y la concordia de todos, la unión y fraternal sentir de los que vivimos en Almendralejo, capital de la Tierra de Barros. El Cristo de la Paz, sí, así le llamaríamos con el deseo ardiente de que su presencia sea para todos paz, y que siempre lo tengamos presente en el transcurso de nuestra vida. Es un Cristo que viene a nosotros, que se sale de su templo en nuestra busca, que parece abrazarnos y estrecharnos entre sus brazos yertos... ¡Escuchémosle!, no hay cosa que más agrade a Dios que la paz entre los hombres, la concordia y amor entre todos, el despojarnos de egoísmos y orgullos. Procuremos escuchar su mensaje de paz y, por ello, démosle el nombre de Cristo de la Paz.
La Corporación acordó, por unanimidad, aprobar la propuesta de la Alcaldía.

(Fotografía: Revista III Centenario)